Wednesday, April 11, 2018

Philippines 11A - Busuanga Island

Apenas habíamos dormido cuando ya nos teníamos que levantar. El ferry salí a las 6am pero nosotros teníamos que estar allí una hora antes para hacer el checkin, lo que significaba que nos teníamos que levantar a las 4.30am.

La noche antes, le pedimos al chico de recepción si nos podían hacer una especie de desayuno para llevar y fue una conversación de besugos. Dijo que si, que no, que vale, que si, que no...una conversación estúpida. Al final acabó diciendo que la cocina estaba abierta desde las 4am y que no habría problema.

Bueno pues, a las 4.45am estábamos abajo con las mochilas y maletas haciendo el checkout. Le preguntamos al mismo chico (turno de noche) por el desayuno y nos dice - no, no tenemos desayuno hecho - pero como sorprendido de lo que estábamos pidiendo. En fín, se metió a la cocina y nos prepararon algo rápido para llevar en una bolsa y nos pidieron un triciclo para ir al muelle. No estaba muy lejos, pero cargando con todas las mochilas y bolsas, y con la barriga como la teníamos, era mejor nor forzar. Además creo que nos costó 50php.

Cuando llegamos al muelle estaba todo oscuro y mucha gente dentro del recinto sentada, y otra tanta fuera sentada por las aceras esperando a algo, no sé muy bien qué. Miriam y Andrés, que también iban a Corón el mismo día sorprendentemente, ya estaban allí con más sueño que nosotros, porque ellos tenían el hotel a mas de media hora de El Nido.

Mientras tanto, yo subí unas escaleras de caracol que conducían a la cafetería del muelle en la segunda planta, con objeto de comprar algo parecido a Gatorade, o Powerade, o algo similar para decirle al cuerpo que se hidratase un poco. Bueno pues no tenían nada de eso, solo snacks y agua deshidratada, fail !!! Baje las escaleras sin más y justo abre el mostrador de checkins.

Fuimos Andrés y yo con los tickets de los 4 y fichamos unos papeles que nos habían dado para subir al ferry. Sobre las 5.15am abrieron la valla y nos movimos todos para subir al ferry ya. Era bastante pequeño y yo temía marearme, porque encima se nos habían acabado las pastillas antimareo en los tours de días pasados.

Tuvimos suerte porque la mar estaba en calma y no se movía apenas el barco. Íbamos entre durmiendo, jugando con el móvil, escuchando música con nuestros megacascos...todo era poco para distraerse, porque encima nos tocaron asientos de ventana y medio, ya que el ferry era de 4 y 4 asientos con el pasillo en el medio. Rhea incluso tuvo humor para desayunar lo que nos habían preparado en el hotel, que esa es otra, iba alguna tortilla a medio hacer, y se desparramó por toda la bolsa, pringando entera la bolsa de mis zapatillas también, un desastre vamos.

Tras salir a las 6am, llegamos a puerto sobre las 10.35, es decir, mas de media hora por encima de lo que esperábamos. Salimos del frigorífico del ferry y de repente nos encontramos con el calor de Corón, que le pegaba bastante y nos tocaba esperar por las maletas/mochilas (esta vez no hubo distinción, todas a bodega).

Nos quedamos esperando por estos dos por cortesía antes de ir a buscar un triciclo, cuando de repente Andrés saca sus papeles y dice - a ver dónde coño está ahora este hotel, hotel Vela Terraces - ¡¡pumba, el mismo hotel que el nuestro!!, casi como si lo hubiésemos planeado a propósito. Pues nada, los cuatro juntos todo el resto del viaje.
Nada mas emprender el camino hacia la salida nos asaltó un chico local con gafas que quería llevarnos donde fuese. Le dijimos el nombre del hotel y nos contestó que por 400php sin problemas. ¿Qué íbamos a decir por 1€ cada uno? adelante pues...
Cabe decir que este aguililla que sale en la imagen conduciendo, se había colado en el puerto para conseguir clientes, mientras los demás motoristas esperaban su turno fuera. Se había metido por una alambrada de obras, probablemente en complicidad con el guarda de seguridad.

Esta era la situación nada más subirnos al tricilo. Rhea y Miriam adelante con el conductor, Andrés atrás con todas las maletas, y yo sentado justo detrás de él, con las piernas en el aire, rezando para que ninguna moto que se nos cruzaba me las golpease.

El tráfico a esa hora de la mañana era horrible y nos costó salir del centro del pueblo, que por cierto, no era Corón, sino la Isla de Busuanga. Después de un poco de caos, nos quedaba la peor parte, subir la cuesta que llevaba al hotel con todo el peso. Al principio casi tenemos que bajar a empujar, pero finalmente lo consiguió y nos dejó sin problemas en el hotel.

El hotel era nuevo, como casi recién construído. de hecho, seguía ampliándolo hacia arriba porque eso sí, las habitaciones eran bloques de hormigón construidos a diferentes alturas. Echamos mucho de menos una piscina, sobre todo cuando nos dijo la chica que era pronto para hacer el check-in, que tendríamos que esperar al menos una hora. Hicimos un poco de ingeniería textil para cambiarnos en el baño de recepción, sacamos lo justo de las maletas y el resto lo dejamos en consigna, porque quedarnos una hora ahí sin hacer nada no era viable.

Nuestra idea era irnos a una playa que Rhea había leído era asequible, aunque sabíamos que no eran playas de turistas, sino más de locales. Preguntamos si habría algo para comer en ella, porque era ya tarde y no sabíamos dónde ir. El conductor del triciclo que pedimos nos dijo que no habría nada, y nosotros pensamos que nos quería hacer el lío (desconfiados nosotros).

El tipo arrancó dirección a esa playa, llamada Bali beach, cuando a los 5 minutos se detiene en una tienda, según dijo él, a comprar tabaco y para que comprásemos algo de comer. Nosotros seguíamos pensando que nos quería hacer la púa, pero bueno, teníamos hambre y yo llevaba una sed del caralho, así que compramos unas galletas del estilo Oreo, y un gatorade de limón para la barriga.

Ahora comenzaba lo bueno, y es que al salir del centro del pueblo hacia esa playa, era todo arena, no había asfalto. El camino parecía una broma, es decir, baches por todas partes, cuestas imposibles de subir. Tan imposibles que Andrés y yo tuvimos que bajar a empujar 2 veces, porque él y yo íbamos atrás por pesar más, mientras las chicas iban delante haciendo contrapeso.

Cuando llegamos a la playa resultó ser cierto que no había nada de nada, solo docenas de locales pasando el día. Encontramos un puesto de golosinas donde Miri y Andrés compraron una especie de pan de coco casero que tenían, que no resultó saber nada mal, por menos de 100php. Aparte, cuando fuimos a pagar los 400php al conductor del triciclo no dijo - no no, ahora no, luego - y nosotros sorprendidos le preguntamos ¿luego cuando?, a lo que nos dijo - cuando regresemos, que yo me quedo aquí con vosotros hasta que os vayáis - what!!!!! el pobre hombre ya había hecho el mes con nosotros habiéndo pagado 6€ simplemente, increíble.

Pues nada, nos fuimos a tumbar a la playa y al principio pillamos sol, pero luego unos niños dejaron un árbol libre, y ahí fuimos a meternos los cuatro, porque cascaba de narices. Bueno Rhea aguantó más al sol que nadie, nosotros tres preferimos dormir un poco a la sombra.

Pasamos casi toda la mañana y parte de la tarde ahí en la playa haciendo nada, y sobre las 15.30h decidimos que ya era suficiente por hoy, y que además teníamos un hambre de la leche, que necesitabamos repostar. Avisamos a nuestro colega del triciclo y nos pusimos en marcha de nuevo por el camino de arena.

Esta vez fue mucho peor que al venir, porque aparte que casi quema la moto al forzar el motor demasiado, llegó un punto en que la moto se inclinó tanto hacia la derecha, que metió la rueda en una zanja y quedó medio encallada. Andrés y yo sin preguntar nos bajamos a empujar un poco, y cuando salió de golpe, llevaba tanta fuerza que casi vuelca con las chicas dentro, jajaja, vaya risas nos echamos!!!

En fin, cuando estábamos en el pueblo sobre las 16.15h, le dijimos que nos dejase en una zona de restaurantes y nos soltó enfrente del Bluemoon restobar. La verdad que teníamos en mente ir a uno español de la zona conocido, pero acabamos entrando a este otro porque daban hamburguesas y tenía muy buena pinta. Lo primero que hicimos fue pedir algo de beber con urgencia. Rhea y yo parece que olvidamos el problemita de la barriga y nos volvimos a pedir otro zumo con hielo, sin más. Andrés una cerveza y Miri otro zumo de mango.

No nos dió tiempo ni a hacer fotos de la comida, teníamos tanta hambre que no vimos el plato delante. El de Andrés tardó un poco más que el resto, y cuando llegó ya habíamos acabado el resto. Había que decir que el cabrón comía por tres y se pidió dos platos. Mientras acababa, nosotros dos decidimos que sería buena idea acercarnos al puerto a preguntar por un barco para salir al día siguiente. Quedamos en que volvíamos en unos minutos y listo.

Rhea y yo bajamos por Rosario street con la suerte de encontrarnos sin querer el restaurante español del que habíamos estado hablando, el Hangover. Seguimos recto y en menos de 5 minutos ya estábamos en el puerto. Allí vimos a algunos turistas hablando con locales y pensamos que esa era nuestra oportunidad. Preguntamos al primero que vimos libre y nos dijo que justamente le quedaba un barco libre para el día siguiente, que nos costaría unos 4500php en total y la comida y snorkel iban aparte. Le tuvimos que regatear un poco y lo dejamos en unos 4000php.

Con los deberes hechos, regresamos al restaurante con estos dos y les contamos lo que habíamos conseguido. Ellos antes de irnos ya sabían mas o menos lo que nos costaría y dijeron que les parecía bien, así que perfecto. Cuando llegamos estaban comiendo el postre todavía, uno que nos dijeron era famoso de allí pero no habíamos probado. Mientras acababan, íbamos pensando nuestro siguiente paso, que sería subir al monte de detrás a ver la famosa puesta de sol.

Salimos del bar, giramos doblemente a la derecha y comenzamos a subir por la misma calle del Hangover pero hacia el otro lado. Giramos por Nueva street  a la derecha y la primera de nuevo a la izquierda hasta llegar a las famosas escaleras Tapyas.
La subida no tenía desperdicio como se aprecia en la foto aérea, y casi después de unos 700 escalones llegamos finalmente arriba. La sudada no era broma y justo al parar era cuando empezaba a venir el calor más agobiante. Respiramos un poco, nos dimos la vuelta y comenzamos realmente a apreciar el paisaje de Corón. Es una auténtica pasada cómo cae el sol entre las islas. Totalmente recomendado.

Después de la paliza, no íbamos a bajar de inmediato, y nos quedamos hasta que se hizo de noche haciendo fotos y videos sin parar. Daba igual el ángulo, las fotos eran una pasada. Les pedimos unas fotos a unos asiáticos, pero estos se hicieron los sordos y pasaron de nuestro culo, un poco imbéciles la verdad. Al final Andrés nos hizo alguna por detrás, pero salimos muy oscuros.

Cuando empezamos a bajar, las luces ya se habían encendido por las escaleras, porque no se veía un pimiento. No era tanto como subir, pero bajar era también una odisea guapa. Al llegar abajo del todo nos detuvimos en una tienda llena de niños a comprar agua para hidratarnos. Recuerdo que estos dos compraron la típica crema aftersun de Nivea y les clavaron la vida, jajaja, Andrés estaba que trinaba.

Lo mejor de haber hecho la subida, es que nuestro hotel ya estaba a mitad de camino y sólo tuvimos que girar por Nueva street todo recto. Tardamos unos 15 minutos en llegar completamente a oscuras por la carretera.

Al llegar al hotel eran las 18.30h y por suerte ya teníamos las maletas en las habitaciones correspondientes, ellos en la planta 2 y nosotros en la 4, es decir, más escaleras que subir. Pero primero había que hacer el check-in y recoger las llaves. En principio quedamos con estos en salir a cenar a las 20.30 a cenar al Hangover, pero después de ducharnos nos escribimos por el whatsapp para cancelar eso, jaja. Estábamos tan cansados que la ducha nos noqueó, y ya nos quedamos los 4 sin cenar en el hotel. Bueno realmente solo Rhea y yo, porque estos acabaron bajando al restaurante del hotel a cenar una pizza.

Un poco de televisión y a dormir con el aire acondicionado.

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