A las 8.20 salía el ferry a Cebú, pero llegamos con bastante tiempo de antelación. Como no teníamos claro cómo iba el tema pues preferimos llegar pronto. Encima, en la misma hoja que teníamos impreso el billete de ida, estaba el de vuelta y claro, al romper el de ida cuando llegamos a Cebú, nos rompieron un cacho del otro. Pensamos que tendríamos problemas, pero nada, fue salir del taxi, dirigirnos a las ventanillas de OceanJet, y listo, tickets impresos.
Pero eso no era todo, como en la ida, la maleta de Rhea tenía que ir en bodega, así que nos tocó pagarla aparte (en una mesa que tenían montada al lado de la taquilla de los tickets). De ahí directos a una sala enana con sillas donde nos sentamos a esperar. Antes que el nuestro habían salido ya un par de ferrys y justo en ese momento salía otro. Mientras tanto, ahí sentados, nos pusimos a desayunar el sandwich que nos había preparado la del hotel.
A las 8.20 salimos y sobre las 10.10 estábamos entrando ya en el puerto de Cebú. Cuando nos bajamos, apenas esperamos nada por la maleta de Rhea, escásamente cinco minutos. La verdad que el trayecto se me hizo duro por dos razones: una que tenía los hombros super quemados y tenía que cargar con la mochilona grande además de la otra pequeña, y dos, que íbamos vestidos con ropa larga porque teníamos vuelo, y eso es sinónimo de aire acondicionado a tope.
Al salir del puerto nos acercamos un poco hasta la parada de taxis e incluso nos pusimos a la cola por si acaso mientras yo encontraba un Grab/Uber. El primero fue imposible, pero al final acabó aceptándonos un Uber y nos movimos hasta una de las entradas de la Plaza de la Independencía, donde estaba el fuerte San Pedro.
Primero ponía 7 minutos, luego 13, en total estuvimos como unos 15 esperando a que dejase a otro pasajero y luego nos recogiera ahí. Después nos subimos y nos metimos por el medio de Cebú tratando de sortear el tráfico, pero el tráfico nos encontró a nosotros. Menos mal que íbamos con tiempo de sobra.
Sobre las 11.27am estábamos entrando por la puerta del aeropuerto de Cebú, que tampoco era muy grande, la verdad. Tenía un control de maletas brutal, porque yo creo que estábamos todos los extranjeros intentado pasar por la misma puerta, pero en unos 10 minutos ya habíamos pasado.
A continuación tocaba hacer el check-ín con Air Asia, y les teníamos miedo porque el año anterior, fue la compañía que más pegas puso en cuento a equipaje, peso, tamaño, etcétera. Y es que este año llevábamos 2 bultos cada uno y con peso. Al final, para nuestra sorpresa, nos tocó un chico muy majo que no sólo no nos puso problemas, sino que encima nos puso en salida de emergencia, con más espacio.
Como teníamos bastante tiempo hasta el embarque, nos quedamos en un Starbucks que había justo al lado del mostrador a desayunar algo dulce, eso sí, cogiendo un par de donuts en el Krispy Kreme de enfrente, jeje. Mientras Rhea pedía los cafés yo encontré dos sofás estupendos al lado del cristal y ahí nos quedamos una media hora.
Antes de irnos, yo me fui solo a investigar si habría más sitios dentro donde poder comer algo, porque con el vuelo y tal íbamos a llegar tarde y hasta entonces no podríamos comer nada. Pero no había nada, solo un sitio de pizzas que no tenía muy buena pinta, así que nos fuimos con las manos vacías a pasar el arco de seguridad.
Una vez dentro, nos tocó sentarnos en otra sala de espera con mucha más gente y encima con el aire acondicionado a toda pastilla. Yo me tuve hasta que poner la sudadera del frío. Nos pasamos casi otra hora viendo salir vuelos hasta que llamaron al nuestro. El vuelo fue corto, alrededor de una hora y poco cuando estábamos aterrizando ya en Palawan.
Nos montamos al taxi, me cagué un poco en todo y listo, a otra cosa. En menos de 30 hora ya estábamos en el hotel Sunlight Guest, y eso que había un tráfico espantoso. La ciudad no parecía tan ciudad, es decir, era como un pueblecito costero con casas y negocios muy rudimentarios, pero tenía su encanto.
Al llegar al hotel, hicimos el checkin mientras le preguntábamos a la chica por una moto para alquilar. Los precios son fijos, 500php, así que la pedimos de inmediato para ese momento y devolverla al día siguiente sobre la misma hora.
Al poco nos llaman de recepción diciéndo que la moto ya está abajo esperando. Nos preparamos para ir a dar una vuelta, yo con mi dron y todo, y bajamos a recepción. Hicimos todo el papeleo correspondiente que aquí, fue un poco más chungo, porque tuve que dejar mi DNI como seña, por si le pasaba algo a la moto, junto con 2000php.
Nos explicó un poco cómo funcionaba la moto de gasolina y nos pusimos en marcha de inmediato. Primera parada, la gasolinera de la calle para poner algo de fuelle. Con unos 164php llenamos el depósito entero porque nos tenía que dar para ir al otro lado de Palawan y volver al día siguiente. Aunque realmente, sabíamos que nos iba a sobrar porque en Bohol nos dío para ir y volver de las Chocolate Hills de sobra.
Se acabó la diversión niños, tuve que guardarlo y claro, nos fuimos a por la moto ya. Como desde el aire había visto la catedral, pues nos fuimos a verla de cerca con la moto. Estaba a 2 minutos de distancia, jeje.
De nuevo volvimos a la moto, y esta vez ya para ir al hotel porque se hacía de noche y queríamos ducharnos y relajarnos un poco antes de ir a cenar. Antes de nada, subimos al rooftop del hotel a tomarnos esa bebida de bienvenida que nos regalaban a todos al llegar, mientras se hacía de noche. Era una especie de té de limón helado que a Rhea no le gustó nada y casi me lo bebí yo, aunque era puro azúcar.
En cuento a la cena, Rhea tenía un par de sitios apuntados en Instagram, pero estaban un poco lejos para ir andando, como a unos 25/30 minutos por esas calles oscuras. Y en moto era todavía peor, con todo el tráfico y sin apenas iluminación. Justo antes de decidirnos por el destino, preguntamos en recepción si nos dejaban llamar al teléfono de la tarjeta del taxista (después de varios intentos fallidos desde el teléfono de la habitación)
La chica nos dijo que eso era un móvil y ella misma cogió el que tenían en el mostrador y marcó los números del taxista. Cuando se puso me lo pasó y empezamos a negociar, consiguiendo cerrar el trato por 3000php los 2 solos en su taxi al día siguiente a las 8am. El móvil no se escuchaba muy bien y nos pidió que le mandásemos un sms de confirmación con el hotel, nuestro nombre y hora.
Le pedimos el favor a la chica de recepción, pero en lugar de dejárnoslo, lo mandó ella directamente casi sin avisar, pero era tan escueto que pensamos que no sabría a qué hora estar en el hotel, así que me busqué una web que te dejaba mandar SMS gratuitos por internet y le mande varios SMS más al taxista con toda la info.
Volviendo a la cena, en primer lugar decidimos ir a uno de los 2 sitios andando, y así lo hicimos, salimos a pie del hotel en dirección este por Malvar Road. Cada poco nos parábamos en los supermercados locales a ver si tenían crema solar y after sun, pero ninguno tenía, y era muy raro porque tenían cremas hidratantes a porrillo, e incluso cremas blanqueantes para ellos...amazing!! Seguimos la carretera sin encontrar cremas solares y pronto nos desviamos sin querer de nuestro camino y acabamos frente a un centro comercial enorme y nuevecito. No lo dudamos y entramos a ver qué tenían.
Tampoco es que hubiera mucha variedad y no estábamos para dar muchas vueltas, así que nos metimos en un sitio llamado Steak & Ramen que tenía buena pinta. Allí nos cenamos un buen plato de arroz con carne (yo) y una sopa de ramen (Rhea) por 320php. Poco más podíamos hacer, porque encima estaban ya cerrando el centro comercial a las 21. Nos dió tiempo a bajar al McDonalds a por un helado, aunque yo me adelanté y me metí en una panadería justo enfrente y compre unos panes dulces con mantequilla, que hicieron a Rhea cambiar de idea y mandar el Mc a tomar vientos, jejeje.
Aprovechamos para comprar una crema solar 50 en un super que había enorme y de ahí directos al hotel a descansar. La verdad que para haber sido un día de viajes, habíamos hecho bastantes cosas.
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