Sunday, April 1, 2018

Philippines - 01A Cebu y Panglao

Apenas día y medio después de haber llegado al aeropuerto de Manila, ya estábamos otra vez de vuelta. No nos hizo falta madrugar mucho, porque como era de esperar, no íbamos a dormir mucho por la noche, así que nos pusimos una alarma por si acaso, y alrededor de las 7 estábamos saliendo en un Grab hacia el aeropuerto por unos 191php (3€).

A esas horas había ya tráfico, pero llegamos muy bien e incluso tuvimos que aguantar las colas de acceso al propio aeropuerto, porque tienen controles de maletas en las puertas de la calle. Con todo esto, incluso nos tocó esperar unas 2 horas para despegar, ya que nuestro vuelo, pese a haberse adelantado media hora con respecto al horario que nos dieron al comprarlo, salía a las 9.30h

Ya en la terminal, nos costó encontrar la puerta de embarque, porque apenas usan pantallas de datos, es decir, toda la información la dan con paneles que cambian a mano, jajaja. Con eso, cuando encontramos la puerta habíamos paseado por casi toda la terminal. Lo mejor fue que después de un buen rato sentados en la puerta de embarque frente a una tele, de repente empezamos a ver como una avalancha de gente se va, dejándonos casi solos. Ahí empezamos a preguntar y efectivamente habían cambiado la puerta sin decir nada.

¡¡Venga a carreras para otra puerta con las mochilas y maleta!! No estaba lejos la puerta, pero claro, si llegas el último, la maleta te la comes. Había que bajar unas escaleras para acceder al boarding y aquí empezó el caos más absoluto. De una fila única pasamos a 200 personas empujándose por entrar por todas partes. Ya no había control ni leches, era un "sálvese quien pueda". Yo enganché a Rhea y le dije que tirase por un lado de las azafatas donde había un mostrador con otras dos azafatas más. Les enseñamos el pasaporte y para dentro, a cascarla !!!! encima de los primeros.

El vuelo fue corto y encima en los aviones de Cebú que son nuevos, se te hace ameno, más aún cuando hacen el concurso de preguntas al final de cada vuelo, jaja qué risas, ahí preguntando cosas de Filipinas y la gente levantando la mano por un premio, en fin... 

Llegamos sobre las 11 al aeropuerto enano de Cebú y al salir ya teníamos un Grab esperando. Cabe decir, que en Cebú los aeropuertos tienen las columnas numeradas, y eso es lo que tanto Uber como Grab entienden como puntos de recogida. Los grandes tienen su punto Grab, que es incluso mejor. A las 11.14h estábamos saliendo rumbo al puerto de Cebú, donde cogeríamos un ferry que nos dejaría en la puerto de Tagbilarán, en la isla de Bohol.

Teníamos los tickets impresos, pero eran para las 15h y quedaban cuatro horas. Quisimos probar a cambiarlos para las 13h, así que nos acercamos a la primera ventanilla que vimos, soportando el calorazo con la ropa de vuelo (chandan, sudadera, zapatillas..). El primer policía que nos vió no intentó ayudar, pero nos redirigió a otra ventanilla que estaba a unos 100 metros más cerca de la entrada del puerto.

Una vez allí, hicimos cola para la ventanilla donde tenían a un segurata sentado en una silla, tocándose los mismísimos básicamente y por suerte no había mucha gente, así que en 5 minutos ya estábamos cambiando el ticket. La chica no puso ningún inconveniente, eso si, nos cobró 25php a cada uno por el cambio de billetes. La verdad que ya nos daba igual, si nos ahorrábamos 2 horas de espera, era incluso barato (aunque en realidad lo era, menos de 1€).

Nos los cambió y entonces nos dirigimos a la entrada del puerto. Pasamos un control que nos dirigió a otro. En este segundo volvimos a enseñar los billetes y nos mandaron a otra ventanilla a pagar las tasas del puerto (200php/persona), que por suerte ya era dentro del edificio del puerto en sí, es decir, con aire acondicionado.

Una vez pagadas las tasas nos llevan a otra ventanilla de la compañia del ferry donde enseñamos pasaporte y tickets con las tasas pagadas para validarlo. Lo validan y nos mandan al mostrador de al lado para control de equipajes. A Rhea le dicen que la maleta va en bodega y se la quitan, lo mio como era una mochila, me la dejaron subir conmigo. Y hasta ahí el estrés de gente, que como dicen, en este país el que no trabaja es porque no quiere, porque vamos, hay una cantidad de puestos de mierda que es exagertado.

A todo esto, no habíamos visto nada de Cebú ciudad como tal, solo el camino hasta llegar al puerto que era bastante pobre y hecho trizas. Era una zona muy industrial y fea la verdad, y eso que teníamos el Fuerte de San Pedro al lado. Mucha gente se queda en la isla a visitar varios sitios, nosotros simplemente la saltamos porque ver todo es imposible.

Mientras hacíamos tiempo hasta la 13h, nos subimos a la cafetería del final de la estación a beber y comer algo, un picoteo rápido, porque tampoco teníamos mucha hambre. Un sandwich y una agua fueron los ganadores, aunque tampoco había mucho más dónde elegir.

A las 12.45 empiezan a anunciar por megafonía la salida de nuestro barco, con lo que nos ponemos en marcha para hacer el boarding, como si de un vuelo se tratase. Fue impresionante, porque a las 12.55 ya estábamos todos dentro esperando para salir.

Pensamos que el trayecto sería más movidito, pero la verdad que fue bien e incluso algo yo creo que dormí, pero poco. Además, se supone que tardaba 3 horas en llegar a Tagbilarán y en dos y media estábamos entrando en puerto. Un puerto pequeño con espacio para dos ferrys pequeños como el nuestro.

Salimos del ferry y nos mandaron ir hacia el principio del muelle, donde nos llevarían las maletas (en este caso la de Rhea, porque yo lo mio lo tenía todo ya). Aquí volvió a surgir el ritmo casi caribeño de despacito todo. Casi media hora, hasta que montaron las maletas en el carro y lo acercaron a la entrada. Entre que las sacaban del ferry, hablaban entre ellos, lo movían un poco, seguían hablando, etcétera, pues eso, la media hora que hacían las 3 que ponía en internet, jejeje.

Cuando las trajeron y Rhea enganchó la suya, el siguiente paso era un taxi, porque Uber no había en la isla. Por suerte un chico, que yo creo era Israelita, nos preguntó si queríamos compartir y claro, de pagar 600php a pagar 400php, era buen negocio. Básicamente si te quedas en Panglao, donde vas es a Alona beach, así que todos para allá.

El taxi tardó unos 35 minutos en llegar, aunque Google decía mas de una hora casi. Yo creo que tuvimos suerte que era domingo y el tío le iba pisando bien, aunque las carreteras no estaban para muchas tonterías. Eran las típicas carreteras asfaltadas con hormigón a mano. Lo mejor del camino fue cuando se perdio, porque claro, sin usar GPS pues el tío iba a tientas y se metió por donde no era. Menos mal que íbamos con el móvil mirando y le dijimos que diera la vuelta por otra carretera, sino nos da un tour gratis por toda la isla.

Al llegar al hotel, nos metimos por una carretera de cabras 100%, y es que los hoteles estaban genial, pero los accesos había que verlos.

La foto parece la del hotel, pero no, es nuestra tal y como estaba en ese momento. Era impresionante el sitio, un lujo en medio de la selva de palmeras.

Tardamos un poco en hacer el check-in, así que nos ofrecieron un té japonés y nos sentamos en el restaurante a esperar a que hicieran el check-in los que estaban delante de nosotros.

No teníamos mucho más que hacer a esas horas que ir a la habitación, cambiarnos y bajar a la playa de Alona, para la cual nos cedían un transporte gratuito en un triciclo. Así que nada, nos pusimos en marcha por el patatal y en unos 5 minutos ya estábamos allí.

Personalmente la playa de Alona fue una de las más feas que vimos en el viaje, y es que era pequeña, estaba llena de chiringuitos de guiris y de docenas de barcos anclados esperando a salir con turistas. Incluso el olor a gasolina les delataba. Pero bueno, era tarde para hacer nada más, así que nos tumbamos un rato en la arena a tomar el poco sol que quedaba e incluso nos acercamos a un local a tomar un zumo y una pizza local para así matar el hambre.

Luego nos dimos un paseo playa arriba para ver todos los resorts que había, e incluso vimos a un chico volando el mismo dron que el mío por ahí encima, lo que despertó en mí las ganas de volarlo y sobre todo me alivió el ver que la gente pasa de todo. Como se hacía de noche, pensamos que sería buena idea ir a preguntar por algún tour de buceo para el día siguiente (lunes), ya que teníamos información meteorológica algo negativa para el martes, el cual era nuestro segundo y último día en la isla de Panglao. Sabíamos que un día teníamos que ir a ver las Chocolate Hills, y si hacía malo nos daría igual, porque es moto todo el rato y se agradecería incluso.

Con estas, nos dirigimos directamente al centro de turismo a preguntar por los tours, donde había un chico local bastante amanerado que nos hacía un poco de gracia por cómo se expresaba. En resumidas cuentas, nos pillamos un tour para el día siguiente por 2500php + 400php (cada uno de tasas) que incluía:
  • Isla de Balicasag
  • Gafas de buceo
  • Aletas
  • Dos puntos de buceo con guía alrededor de la isla
  • Virgin Island Sandbar
En ese momento solo teníamos que dejar una señal de reserva, con lo que pudimos pagar con lo poco suelto que teníamos, pero claro, necesitabamos más para pagar la cena, con lo que decidimos irnos a uno de los cajeros que los mismos chicos del centro de turismo nos indicaron.

Estaba un pelín lejos para ir a pie, pero aún así nos tocó ir. Al llegar había cola, como era de esperar, y encima de haber solo un cjaero funcionando de los dos, cada persona que sacaba dinero en él, dejaba la máquina bloqueada unos 5 minutos, y era bastante desesperante. Lo bueno fue que de camino al banco, nos cruzamos con el sitio que tenía Rhea apuntado para ir a cenar.

Cuando conseguimos el dinero, nos volvimos andando al hotel por la propia carretera sin arcenes ni nada, por el medio como los valientes, es decir, todo cristo jejeaja.. Tardamos unos 20 minutos en llegar o más, y encima de noche se hacía más complicado. Nos duchamos e hicimos uso del aire acondicionado por un rato, pero sin más dilación nos fuimos de nuevo al pueblo a cenar, porque en este caso, no teníamos televición, una pena.
Después de otros 20 minutos de paseo hacia el otro lado, llegamos al restaurante/confitería Shaka, que era bastante famosa en la isla, y en instagram también por lo que vimos.

Lo más famoso eran los bowls de frutas que hacían, aunque también tenían carne (vegana) de varios tipos, hummus, etcétera.

Estos fueron los dos que nos metimos entre pecho y espalda y que, aunque no se aprecia, vienen en dos cocos vaciados y con cereales y demás, una bomba en cuanto a tamaño, pero muy saludable y apetecible con el calor que hacía.
Nos tocó sentarnos dentro, ya que el local estaba petado y la terraza por supuesto imposible. Primero porque fuera hacía mucho menos calor que dentro, aunque dentro había ventiladores. No tenían aire acondicionado porque el local tenia la ventanas abiertas que actuaban a modo de 2 mesas más con sus repisas. Estaba muy bien pensado, pero tenían a los 6  de dentro currando sin parar metiendo y sacando platos y bowles.

Cuando los acabamos, pusimos rumbo a la habitación a descansar, ya que había sido un día bastante duro de transporte y estábamos echos una caca. Como dije antes, no teníamos televisión, pero si teníamos la suerte de tener una wifi que llegaba a las habitaciones, con lo que se nos ocurrió poner Netflix en el móvil para ver algo, y mientras poníamos el programa de arquitectos con casas de lujo, nos quedabamos dormidos como troncos.


Tips: la agencia de ferrys que va de Cebú a Tagbilarán se llama OceanJet. También hay otra que se llama 2GoTravel de color rosa.

No comments:

Post a Comment