Friday, November 30, 2018

Egipto - Comienza el viaje de los faraones (viernes 30)



El viernes por suete teníamos HO en Roche, y nos quedamos un poco más descansando, porque sabíamos que nos esperaba paliza por la tarde. Teníamos previsto salir sobre la 13h al metro para luego enganchar el Aerobus, y llegar con tiempo de sobra para embarcar.

Cuando llegamos, entramos sin problemas, y como era la hora de comer, y no había nada más apetecible por esa zona del aeropuerto, nos quedamos en el Burguer King. A las 15.45 despegamos dirección Munich, donde aterrizamos sobre las 17.45h. La escala era muy corta, de apenas una hora, con lo que nos fuimos directamente sin perder tiempo. Además, teníamos que cambiar de terminal con un tren sin conductor interno.

Cuando llegamos a la puerta L19, no habían pasado ni 20 minutos cuando todo el mundo se puso ya a la cola, o bueno, eso parecía, una cola. Cuando vas a un país árabe, has de saber que ellos no entienden las colas como nosotros, es decir, se la pela el orden y se cuelan si les dejas por todas partes. Lo bueno es que el sistema ha mejorado y ya no hay que enseñar el pasaporte, simplemente escaneas tu billete en la máquina y para el avión.

Sobre las 23.45 (hora local, es decir, habíamos perdido una hora en el cambio) aterrizamos en El Cairo International, y tras unos 10 minutos paseando por las pistas, llegamos al finger. Lo primero que quisimos hacer antes de ir a buscar al conductor del hotel, era sacarnos las tarjetas SIM de móvil. La mejor en ese momento era Vodafone, así que allá nos fuimos directos. Al final conseguimos 2 SIM por 7€ cada una con 6GB y llamadas. Una cosa curiosa fue que te piden el pasaporte para darte de alta una tarjeta temporal, es decir, el día que te vas a España, la tarjeta automáticamente deja de funcionar, un sistema muy bueno que no sabía que existiese.

Al salir, nos espera una nube de taxistas gritando con carteles y sin ellos a todo lo que se movía. Nosotros solo repetíamos "Civitatis" a ver si alguno nos decía algo. Tras unos segundos incómodos diciendo que no a todos, aparece un chico joven llamado Mohamed, que apenas hablaba inglés y nos lleva andando al parking de la terminal.

El coche que tenía era para verlo, tenía más años que el catarro y bueno, yo cabía de milagro. Lo mejor era la música que llevaba puesta, jajaja, típica de película de la CIA.
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Nosotros íbamos de vez en cuando diciéndole alguna palabra en árabe y el nos enseñaba otras, porque una conversación era imposible de mantener. El viaje además era bastante largo, aproximadamente de una hora porque íbamos de punta a punta del El Cairo, en concreto, enfrente de las pirámides de Giza.

Al llegar al hotel hacemos el check-in y nos damos cuenta que Rhea se ha dejado el pasaporte en la fotocopiadora del aeropuerto, en el puesto de Vodafone, shit!!!! Claro sin eso no te hacen el check-in, aunque en un país como Egipto se la suda y lo hicieron de todas formas. Lo mejor es que allí se conocen todos, y siempre hay solución para todo con dinero por delante.

Nosotros les preguntamos si habría la posibilidad de que alguien lo trajese (si es que estaba allí). Nos pusimos rápidamente a investigar por internet cuál era el teléfono del puesto y el chico se puso a llamar sin parar a ver si encontraba a alguien allí, siendo casi la 1.30am. Contestó alguien y parece ser que ya se habían dado cuenta del problema, y quedaron finalmente en traerlo hasta el hotel.

Nosotros le dijimos que no hacía falta que fuese en ese mismo momento, que podía ser al día siguiente y dejarlo en recepción. Ellos nos dijeron que no pasaba nada, que lo traerían cuando pudiesen, pero eso sí, con un coste de 20$ a mayores. Nos resignamos y lo pagamos junto con el precio de la habitación.

Resignados y un poco cabreados porque se nos fué la pinza a los dos, nos fuimos a la habitación en la primera planta del hotel. Las pirámides estaban literalmente encima del hotel, pero como era de noche no se veía mucho, así que deshicimos un poco maletas cuando nos las subieron los botones, contactamos con nuetro guía para saber bien dónde quedar y a dormir.

La habitación era bastante normal, con un baño pequeño, nevera, aire acondicionado (aunque no hacía mucho calor que digamos) y sobre todo, dos camas unidas enormes. No era el sitio más limpio, pero no estaba del todo mal. Era nuestro primer contacto con la ciudad y no sabíamos cómo iba a ser el resto.

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