Saturday, October 13, 2018

Sobrevolando l'Emporda

El puente del 12 de octubre era una perfecta fecha para huir de nuevo de las manifestaciones en Barcelona, de hecho, nos cruzamos con mucha gente de camino, que ya iba con las banderas de España a reunirse en algún punto de Plaza Cataluña.

Viernes 12

Nos pusimos en marcha hacia Sants sobre las 9.20, lo que ya era tarde para la hora que teníamos pensado salir, pero bueno, llegamos sin problemas a la estación y apenas había cola en nuestra compañia Sixt, porque las otras tenían una cola de miedo, jeje Aquí ya nos quisieron hacer la pua y cobrarnos algo más de 100€ de lo que nos habían dicho unos días antes cuando reservamos, pero por suete teníamos el resguardo.

Cuando nos dieron el coche, subimos a la planta de parking y nos llevamos el coche que ya estaba preparado . No estaba mal, era pequeño, pero para nosotros suficiente, porque solo llevábamos una par de maletas de mano y las mochilas con la tecnología.

Salimos sobre las 10 y poco y nos detuvimos unos instantes a comprar algo de desayunar, pese a que ya habíamos comido algo en casa, a mi me entro gusilla y Rhea se bajó a comprarme un croissant de jamón y queso. Ahroa si, con el estómago lleno, nos pusimos en marcha, para lo cual tuvimos que atravesar toda Barcelona de lado a lado para salir por la C-33, para lo cual nos perdimos un poco por culpa del GPS del móvil, pero bueno, salimos rapido y en menos de 2 horas ya estábamos entrando en Begur.

A las 12.30h estábamos entrando en el hotel, hicimos el check-in, pero nos dijeron que hasta la 13 no podríamos entrar, aunque nos dejaron otra habitación que estaba preparada y dejamos las maletas, y nso fuimos directos al coche, porque teníamso restaurante reservado en otro pueblo llamado Peratallada

El pueblo estaba a escasos 20 minutos de Begur y la verdad que era una pasada, todo de piedra. Al principio nos costó aparcar, porque no conocíamos el pueblo, pero de repente se nos iluminó y encontramos el parking del pueblo, habilitado para los turistas de forma gratuita.
 
Nos pusimos a dar vueltas por el pueblo con la GoPro, visitamos todas las callejuelas del mismo hasta que nos cansamos, porque la verdad que era todo tan bonito que te daban ganas de sentarte sin más a observarlo con calma. En una de esas callejuelas nos encontramos una tienda que nos sonaba mucho de otros viajes de algún amigo, que era de magdalenas enormes. Pero claro, estaba a reventar de gente haciendo cola y decidimos volver después de comer, con tranquilidad. Así que sin más, nos fuimos a la plaza principal (foto de arriba izquierda) y preguntamos por nuestra reseva de las 2pm. Nos dejaron sentarnos fuera y pedimos la bebida de momento.
Como se puede ver, nos asesoraron bien los del propio restaurante, y nos metimos estos tres platos, que no eran baratos, pero una vez los pruebas la verdad que merece la pena pagar un poco más por esto. El primero era tartar de tomate con burrata, el segundo huevo con setas y patata cocida, y el tercero era rabo de toro con patatas y cebolla. Encima el lugar era inmejorable, la Plaça de les Voltes, sentados en la terraza con vistas a los patios.

Cuando terminamos de comer, o mejor dicho, cuando la comida terminó con nosotros, decidimos no comer postre porque teníamos todavía en mente las magdalenas, así que pagamos y nos fuimos caminando a por ellas. Cuando llegamos estaban justo en la hora del descanso porque pillamos la franja en la que cerraron para comer. Por eso decidimos ir al coche a por el dron para hacer tiempo, y nos sentamos justo a la entrada de la plaza del pueblo, del otro lado del río a volarlo un poco y tomar alguna captura interesante como estas:
Cuando acabamos de volarlo, lo recogimos y nos fuimos a por las magdalenas, esta vez ya abierto el local. Les preguntamos y resultó ser la misma que la que conocíamos de Olot, llamados Cal Tuset.
Nos sentamos en una mesa fuera y nos tomamos alguna magdalena junto con mi café con leche y por supuesto, sacarina, jajaja

Estuvimos ahí sentados al sol como una media hora larga antes de ponernos de camino al coche, para ir al siguiente pueblo antes de que anocheciese, a Pals. Este se encuentra entre Peratallada y Begur, con lo que no tardamos más de 5 minutos en llegar con el coche. Además al llegar (alrededor de las 5pm), había un parking y tuvimos suerte de encontrar un sitio donde dejarlo junto a una esquina, lo que me dió pie a sacar de nuevo el dron y grabarlo desde el aire antes de que se fuese el sol.
La verdad que no tenía nada que envidiar al anterior, porque también era de piedra todo él, pero es que además era como más auténtico, más antiguo y más grande que Peratallada. Cuando acabamos de grabar con el dron, lo dejamos en el coche para no cargar con él y nos fuimos calle arriba hacia la torre que se ve en la imagen. Callejeamos bastante por todas partes hasta que encontramos la cola para acceder a la torre, donde ya había un grupo de unas 8 personas esperando para subir, y un hombre en la puerta controlando que no se colapsara arriba.

Las vistas eran impresionantes, pero al haber salido con el dron poco antes, era como volver a ver otra vez la ciudad desde arriba, esta vez en persona. Bajamos rápidamente para evitar que la gente se agolpase en las escaleras, y nos dimos cuenta de que tuvimos suerte porque ya no dejaban subir a nadie más, iban a cerrar.
De aquí y casi sin sol ya, nos volvimos al coche y nos fuimos dirección a Begur, que llevábamos todo el día dando vueltas por todas partes y eran ya mas delas 18h. Una vez en el hotel, descansamos un poco las piernas, dejamos la tecnología cargando y después de una hora aproximadamente nos fuimos a dar un paseo por Begur, casi completamente de noche, no por la hora sino porque un manto de nubes empezaba a cubrir todo el pueblo, que está como en un valle al lado del mar.

Atravesamos todo el pueblo, dimos un par de vueltas por las calles, donde incluso había un certamen de cine y fotografía, y de ahí subiendo subiendo, nos topamos con el castillo. Era una pena porque las vistas son geniales pero no se veía nada mas allá de 10 metros. Encima hacía mucho viento y era hasta desagradable, así que nos volvimos al pueblo y nos acabamos metiendo en un bar llamado El Mos, a tomar unos vinos y algo de picar para abrir el estómago.

Sobre las 20.30 y con algo de hambre ya en el cuerpo, nos dirigimos al restaurante Turandot a cenar, donde teníamos una reserva a mi nombre. El sitio estaba completamente vacío cuando llegamos y se agradecía un poco de espacio sin turistas, aunque cuando nos fuimos ya estaba nuestra zona llena.
El menú era de 28€ por cabeza sin la bebida, y consistía en 2 primeros, dos segundos y postre. Es decir, podías dejar lo que te diese la gana, pero ya lo estabas pagando, jeje. Con esa premisa empezo la cena, que como se puede ver, no fué muy copiosa, pero que estaba de 10.
  • Huevo 62º con crema de lentejas de Puy, chorizo y botifarrra negra
    "Vichyssoise" ecológica
  • Canelones de pollo rustido con salsa de foie
  • Merluza de palangre al "all cremat"
  • Carrillera de ternera estofada con parmentier de patata trufada y setas 
  • "Pa amb oli i xocolata"
  • Nuestro cheescake 
Como se puede ver todo muy sano, jejeje. Cuando acabamos los segundos yo estaba que reventaba y estuve por no probar los postres, pero habría sido el mayor error del viaje, porque madre mía cómo estaban estos postres. La chica nos dijo que si hubiese sido ella, habría elegido los mismos, qué pasada!!!

Salimos rodando de allí sobre las 22h y no pudimos ir a dormir directamente con la panzada, yo sobre todo, porque comí bastante más que Rhea, que la pobre tenía algo de catarro. Por eso, nos bajamos a descansar a los salones del hotel, estuvimos viendo la tele, luego fuimos a tocar el piano (haciendo el bobo claramente) y de ahí a dormir a la habitación, o al menos a intentarlo.

Sábado 13

Nos levantamos a las 6.30am, si, de vacaciones y madrugando como para ir a Roche, ole, ole y ole !!! Estábamos super dormidos, pero teníamos que estar donde los globos a las 7.45am como muy tarde para salir.

Nos pusimos en marcha casi por incercia y llegamos justos al sitio, porque mi móvil no hizo un extraño y nos llevaba a otro pueblo,  pero al final lo encontramos y no era tan difícil, ya que tenían varios globos ya con aire forzando la forma del mismo.
 
Aparcamos ahí mismo y nos fuimos a preguntar por alguien que nos dijese algo del ticket que nos habían dado online. Al rato nos agruparon a todos y nos explicaron en catalán las normas y cómo proceder dentro del globo. Nos separaron por grupos de unos 10 en cada globo (algunos eran más grandes que otros) y nos indicaron cuál sería el nuestro.

Mientras tanto, detrás del amarillo de la foto estaban empezando a desplegar el nuestro de color arcoiris. Nos dirigimos a él y nos empezamos a subir todos, incluida una pareja de señores mayores, que las pasaron canutas para subirse al mismo, porque no hay escaleras ni nada, solo saltar por encima de la pared del globo.

Algoo que yo no sabía, era que los globos están subdivididos en el interior por una pared del mismo material que la pared exterior, pero acolchados (no supimos por qué hasta el final). Una vez dentro, el instructor, que iba en su propio habitáculo con 3 bombonas de gas, empezó a darle fuelle al gas para inflar el globo y mientras tanto nos iba indicando un poco cómo comportarnos en el aterrizaje, porque el despegue fue una pasada de lento, como si fuese un ascensor.
Ahí estamos nosotros fotografiados desde otro globo comenzando la ascensión a los cielos. Cielos que amenazaban nubosos, y efectivamente en cuanto empezamos a alcanzar cerca de los 800m, nos metimos en densas nubes que no dejaban ver nada de nada, solo un globo a lo lejos por encima de nosotros.

La paz que se respiraba era impresionante, y pese a estar tan altos, el calor era relativamente alto. No por la temperatura ambiente, sino porque la llamarada del globo te calentaba de golpe, especialmente a mí, que casi sacaba la cabeza por encima de la plancha metálica que nos separaba de chorro. Lo único que se oía era una motosierra a los lejos entre las nubes, lo demás era silencio, calma, el globo apenas se movía unos metros, una pasada.
A lo lejos, y solo gracias a un zoom de cámara, éramos capaces de divisar la costa de Rosas con esta impresionante iluminación del sol entre las nubes. Como se aprecia en la otra imagen sacada desde el globo encima de nosotros, no se veía nada más y era una pena.

Al rato empezamos a descender, seguramente para poder apreciar algo el paisaje, y la verdad que ya se apreciaba un poco más la altura, el movimiento del globo, y la calma con la que nos movíamos. Mientras tanto el instructor nos iba contando qué veíamos, cómo funcionaba el globo, cómo conseguía girar, subir, bajar o aterrizar, que parece obvio pero no lo es.

Cuando llevábamos casi una hora de viaje se acercaba el momento fatídico del aterrizaje, que según nos contaron, depende del viento y nunca es el mismo sitio, es decir, tienen que buscar unas tierras con espacio suficiente como para bajar. Normalmente nos dijeron que desciendes en vertical, pero en ese momento el viento era de unos 30km/h, lo que implicaba un aterrizaje a las bravas.

Nos dijeron que al aterrizar teníamos que flexionar las piernas para evitar un impacto en la espalda, y este fue el resultado.
Golpeamos varias veces a lo largo de unas tierras remontando el vuelo ligeramente, ascendimos para evitar una carretera asfaltada y a continuación BOOM!!! ostiazo contra el suelo y volcamos. Parece más de lo que fue, porque al final acabamos todos riéndonos.

Salimos como pudimos del globo, lo pusieron depié, recogieron la tela y nos fuimos en dos coches, uno de acompañantes que venían a verlo aterrizar (sinceramente no sé como sabían por dónde ir) y el otro de Globus. Rhea y yo nos separamos, ella se fué con los familiares directa al restaurante para el pinchoteo/desayuno, mientra yo me iba con el de Globus de copilito y otros 5 a por los coches al punto de salida.

Sobre las 10.30 llegamos con los 5 coches al restaurante en un pueblo llamado Puból, y ya nos estaban esperando todos para empezar a comer. Las mesas en forma de C con todo el mundo sentado, y de repente empiezan a salir bandejas de embutido, alioli, patatas fritas, ensaladas.. vamos, que mas que un aperitivo parecía una comida en toda regla, y no eran ni las 11.. yo estaba flipando con los aperitivos catalanes!!!

Sobre las 12, después de ponernos finos a comer, y de habernos puesto un video en un portátil con las fotos que habían hecho los instructores en pleno vuelo, Rhea y yo nos despedimos, porque queríamos seguir disfrutando de los pueblos de alrededor, en concreto tocaba Monells.

El pueblo estaba a escasos 10 minutos de Puból, y cuando llegamos nos costó encontrar la entrada porque había una competición de motocross allí montada y tuvimos que rodear todo el pueblo para encontrar el parking libre. Aparcamos y bajamos andando al pueblo.
Como se aprecia, el pueblo era de piedra y muy bonito (quitando los putos lazos amarillos que jodian todo el paisaje). Eran 4 calles nada más, que daban a una plaza pequeña con dos bares. Primero nos fuimos a dar una vueltas por todo él, y cuando vimos que no había nada más allá del río, volvimos a sentarnos en uno de los bares a tomar una Coca cola bien fría.

Después de una media hora sentados, decidimos ponernos en marcha dirección Begur de nuevo porque teníamos en mente ir a recorrer el denominado "Camino de Ronda", que está por toda la costa brava, en forma de pequeños senderos por la costa, en este caso, cerca de Begur. Al llegar al hotel, nos ponemos ropa más cómoda, zapatillas de senderismo, pantalones cortos, cogemos el dron en el coche y directos a Platja del Racó, desde donde comenzaba dicho recorrido a pié.

Al principio había que caminar por la playa unos 100m, hasta llegar a unas escaleras de hormigón que marcaban el inicio del camino. Caminamos durante una media hora, parando para hacer fotos y vídeos, hasta que llegamos casi al extremo opuesto en la platja de Sa Riera. Al volver, sacamos el drón y nos pusimos a grabar algunos vídeos por encima del mar, para probar el nuevo pájaro y ver qué se veía desde la costa al interior.
Volvimos caminando al punto de partida, cruzamos la playa y nos subimos al coche para volver a Begur, momento en el que empezó a pintear un poco. Tuvimos suerte porque mientras nos duchábamos en el hotel para salir a cenar cayó lo poco que tenía que caer y luego eraa solo viento lo que quedó, aunque esta noche no había tanta bruma o nube baja.

Sobre las 20h salimos del hotel caminando en dirección al restaurante reservado para cenar, un sitio de tapas llamado Can Climent Platillos. Tenía reseñas de ser un sitio donde se cenaba muy bien, pero al llegar parecía un bar como cualquier otro. Nuestra reserva encima era en la barra, lo que significaba que estaba todo reservado, y así fue, porque al poco de empezar a cenar, se llenaron todas la mesas.
Empezamos con unas bravas, que parecen fáciles de hacer, pero la verdad que cogerles el punto es una ciencia. De segundo nos metimos el bombón de queso de cabra con miel y mostaza, de tercero el huevo poche con colmenillas o setas y para acabar, una ración que pedí yo expresamente, el rabo de toro con foie.

La cena fue ligera, porque aunque parecen gran cosa, eran platos pequeños y además para compartir, osea que acabamos bien, sin empacho como la noche anterior. Gracias a eso, el camino de vuelta fue más libiano y pudimos irnos a dormir directamente sin necesidad de pasar por la sala del piso de abajo, jejeje. Además, como el día había comenzado muy pronto, estábamos totalmente reventados y pensando ya en el desayuno en el hotel del día siguiente.

Domingo

Nos despertamos sin prisas un poco antes de las 9am, que era cuando empezaban a servir el desayuno. Nos pusimos cualquier cosa y nos fuimos al comedor del hotel. Al llegar yo me quedé flipando con la mesa de cosas que tenían para coger. Era tipo buffet y claro, se me salían los ojos. Yo siempre he pensado que lo hacen así para que tu cerebro se sature de pensar solo, y así comes menos.
Como se puede apreciar, había dulce y salado, y lo que no se ve en la imagen eran cosas de beber principalmente, como zumos de varios tipos, varios tipos de leche (incluida sin lactosa, lo que me hizo muy feliz), cafés, cacaos, etcétera.

Yo cogí de todo lo dulce al menos un cacho, y de lo salado tortilla de patata. Me daba la sensación de estar ya comiendo sin ganas, pero no podía parar. Rhea iba más comedida, aunque también comió lo suyo. Tuvimos la tentación de incluso coger un tupper y coger de todo para llevar y comer luego de camino a casa, jajaja.

Cuando terminamos de cebarnos, nos volvimos a la habitación a recoger y hacer las maletas, porque era muy pronto y el checkout no era hasta las 11. Cuando dejamos las maletas listas, hicimos el checkout, pagamos lo que quedaba pendiente y dejamos las maletas en el coche, que estaba aparcado en la parte trasera del hotel. De ahí, nos fuimos con el dron andando hasta el castillo de Begúr a tomar algunas instantáneas, aprovechando que el viento era suave, y las nubes nos habían dado una tregua.
La verdad que pudimos hacer muchas fotos y videos porque apenas había gente en ese momento. Cuando nos cansamos, volvimos al hotel y nos fuimos ya en coche dirección Barcelona. La última parada antes de llegar (más bien al poco de salir...), fue otro pueblo bastante bonito llamado Calella de Palafrugell.

Aparcamos el coche y bajamos a la playa de Canadell. El día amenzaba tormenta, luego habría, sol, y a empezar de nuevo. Nosotros empezamos a caminos por la orilla de la playa hasta llegar a una paseo que nos dejaba en la siguiente playa, la de Llafranc. Mientras tanto, antes de llegar, nos dedicamos a sacar el dron y volarlo por la costa, sin entrar encima de las casas por supuesto. En eso se nos acercaban a ver qué era eso, cómo funcionaba y tal, jeje.

Sobre la 13h damos la vuelta por el mismo recorrido y nos vamos a comer algo a un bar de tapas cerca de la misma playa inicial, llamado Calau. Yo pensaba que no tendría hambre después del pedazo desayuno, pero la verdad que 6 o 7 tapas me entraron tranquilamente, con sus correspondientes postres y Colas frías, jeje.

De ahí ya, sobre las 14.30h pusimos rumbo de regreso a la estación de Sants a dejar el coche. Se nos ocurrió, que como teníamos que devolver el depósito lleno y al lado de casa tenemos una estación de servicio, podíamos dejar las maletas en casa y luego ir a dejar el coche, para poder volver en metro sin cargas. Sobre las 5pm ya estábamos en casa descansando del viaje, mirando fotos y recordando momentos.

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